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Mostrando las entradas de 2016

Tarde Postergada

La lluvia marca el fin del día y la noche extiende sus alas amenazantes, transmitiendo a mi piel espasmos por tu ausencia. En rincones maltrechos la oscuridad comienza hacer su jardín de memorias; abarcando los últimos espacios de claridad que se resisten a su final. Y comienzo a nombrarte silencio, a llamarte soledad, a decirte quedate. Aunque no seas más que un recuerdo malgastado en mi mente.  Ayer sembré un te quiero en el patio, para que vengas a verme y sepas donde hábito, hoy lo regué con promesas de poetas muertos. Sin embargo la tarde dicta su fin y sigo pensando en la tarde -otra tarde- en que vengas, y te asomes a verme mientras improviso estos versos. De momento sigue siendo una tarde postergada.

Sus Besos

Sus besos tenían pasado, edad, melancolía; dueño y fecha de caducidad. Tenían una primavera triste. Sus besos no eran magia, ni eran ternura. Eran un remolino de pasiones en defensa propia. Eran el mar después de verano, la noche vista desde el tejado. Sus besos querían romper mis huesos, dejarme en la calle pidiendo pan y poesía. Aventarme a la sima más profunda de otros otoños, traviesos y dispuestos a la guerra. Sus besos traían el misterio hasta mi mesa, el café por las mañanas y el descanso después de la jornada. Sus besos tenían, eran, querían y traían el mundo. Sin embargo terminaron llevándose el universo en sus labios.

La Niña de las muñecas sin rostro

Hace algunos días tuve que verme en la dificil situacion de asistir un domingo al trabajo, estar entre aquellas cuatro paredes que sirven de mausoleo semanal un fin de semana es de las peores desgracias que un ser humano puede experimentar. Sin embargo hay cosas que siempre ayudan a tolerar las cargas y en esa ocasión era la música, a todo volumen para espantar las quejas. De pronto en el silencio que crea el cambio de una canción a otra, escuché un ruido, de los habituales que se crean al entrar en contacto algo humano con algún objeto inanimado. Volteé sigilosamente mi vista hacía la bodega, el ruido desapareció. Sin embargo no logré estar quieto. Volví a lo mio y cuando de nuevo la música dejo pasar el silencio -como si de una broma macabra se tratase- escuché el ruido de nuevo. Aquello me tenía perturbado y decidí echar una nueva mirada, esta vez desafiante y profunda a la bodega, el resultado fue igual al an...

El Rostro De La Muerte

Después de ver el desfile de cadáveres desde la ventana y con la puerta bien cerrada por si acaso. Después de sentarme a beber un licor en medio de la taberna más ruidosa de estos lares. Después de llenar de candados las manos y los besos, de mear detrás de un árbol, sin lavarme las manos. Después de brindar un "te quiero" impostor a la primera que tuvo el descaro de aguantarme. Después de llevar sangre a los cumpleaños y petardos a los velorios; después de malgastar las últimas páginas. Después de poblar la madrugada de cenizas y reproches, de andar de un lado a otro con los zapatos llenos de fango. Después de malvivir en los hoteles, en las esquinas y otros cementerios; ya imagino el rostro de la muerte al venir a recogerme y encontrarme con un cigarrillo en la boca y pidiendo unos minutos más hasta terminarlo.

La Última Despedida

Que la cruel duda no encuentre en ti razones. Que el tiempo se convierta en poemas y en canciones. Que los pasos sean lentos y las voces simple rumores. Que encuentres sueños y no busques otros amores. Que venga la felicidad envuelta en cada beso, como quimera. Que se mude el invierno y se quede la primavera. Pero deten la tristeza; que no es la última despedida.

No Lo Llores de Memoria

Anda que ya es la hora de partir. No te detengas a ver el diluvio de insultos, no le hagas un guiño al recuerdo. Vete por la estrecha vereda de las promesas incumplidas, lanza por la borda las maletas y los sueños. Mira de lejos este cadaver prematuro, no sentencies las pupilas a dejar borroso el último recuerdo. Quema el pasado, derrocha el odio en mi cuerpo, habla despacio y con certeza, no intentes ordenar el desorden. No me digas que el destino incoherente se encargará de acercar nuestros pasos de nuevo, ya no mientas, que no te creo. Llora si quieres; llora de alegría, de impotencia, de hastío, de cansancio, pero no lo llores de memoria.

Manifiesto Sentimental

Los besos se pudren, la alquimia acabó por devorar los pasos, el tiempo supo anidar su arena en otros desiertos poblados de vagos recuerdos. Las agujas de un terco reloj atrajo a su red un pez sin apetito, las cumbres se han vestido de noche, los días marchan tristes y los litigios amorosos se estrechan contra las paredes de iglesias. El resumidero de las penas se ha vaciado; dejando sus olores en las palabras. El pronto se seco y se harto de cabalgar en las mejillas disfrazado de lágrimas. Pelotones completos de sentimientos marchan al paredón de los porvenires marchitos, una bestia llena de colmillos y bocas famélicas se alimento de nuestras memorias. Este manifiesto sentimental anoche vino a llevarse las últimas gotas de lujuria, lejos han quedado tu mirada y la mía; en el horizonte puso su bandera y nuestras cabezas como dianas para un francotirador. 

Ya No Existo

Enciendo un cigarrillo y bostezo sueños antes de dormir, me pago un viaje en hojas amarillas y vuelvo con la lluvia. Recorro los pasillos de las funerarias cantando Peces de Ciudad, abandono los encendedores en los bares, me alejo de los autobuses. Me alquilo un cuarto de hotel y me juego el futuro a la carta mayor, desvelo las horas fumando desde otro rincón. Tomo tus fotografías y las entierro en el jardín, dejando que las abejas se lleven tu aroma y color a sus panales de miel amarga. Pongo tierra por medio a las noches que te nombran silencio y te gritan olvido, alimento el presente con los labiales de otras bocas. Las mañanas las lleno de páginas nuevas y rencores viejos, a la cajita de música que olvidaste en mi escritorio se le acabo la cuerda. No me quieras. Ni me busques, que ya no existo...

Matar Al Impostor

Deambular la noche, escribir con sangre en los cuadernos del pasado, buscar argumentos, matar al impostor. Alcanzar viejos sueños, atrapar una mariposa, construir nuevos puentes, sentenciar la madrugada a olvidar tu nombre. Leer las cartas y quemarlas despacio, borrar las galerias, morderse los labios, elegir otro cielo, llover la noche; quedarse callado. Salirse de uno, perderse en calles remotas y callejones oscuros, alzar la copa, decir mentiras con ternura. Prometer silencios, escribir poemas, dormir cuando no se pueda mirar atrás; ir a los despachos y las reuniones vestido de cicatrices frescas. Contaminar las miradas, abonar con lágrimas el mar, licenciar el deseo, condenar la pasión, matar -de nuevo- al impostor.

Escapar

De este silencio angustioso, de estos pasos sin destino, de este letargo de años amargos e impropios. De este viaje a los cementerios, de estos dos que fueron tormenta. Del vinagre y las canciones, de las caricias y los parques. De las noches y las camas, de los otoños y las manos; de las palabras y los rincones. De los ceniceros obesos y las cigüeñas con prisas. De las miradas discretas y los portones con letreros "Cuidado; perro bravo". De las cicatrices de la memoria y los deseos nocturnos. Del frío de los inviernos; de los recuerdos equivocados y las partituras fúnebres. Escapar a toda marcha, sin besos de despedida. Sin despueses, ni regresos.

¿Si en algún recuerdo me encuentras?

Abrazame... Lentamente sujeta mis manos y ponlas en tus caderas, agita mi memoria y sacude mis fantasmas. Devora las sombras y consume los rincones. Hazme el amor e inhala el humo de mi boca. ¿Si en algún recuerdo me encuentras? Háblame despacio, que ya habré olvidado tu voz y necesito recordarte despacio, dame tiempo a eregirte de la muerte, a despertarte de mis sueños, a saberte de nuevo a mi lado. Besa mis tristezas y ponlas a bailar en tu espalda, congela la agonía y derrama la luz de tu sexo en mi boca. No te detengas; sin embargo no vayas rapido, que ya mi osamenta de años aniquilados y yelmos triturados no son tan veloces. Enmudece ante mis ojos y dime que aún sueñas conmigo. Que te detienes en las aceras a decir mi nombre a los pájaros, que llevas mariposas suicidas en las manos. ¿Si en algún recuerdo me encuentras? Abrazame...

Extravíos

Cuando era niño soñaba con la adultez, ningún rastro de las penurias venideras encontrasen en mi ser. Uno idealiza ser mayor con la prosperidad, la felicidad y la comodidad de días alejados de las ordenes funestas. Se piensa que nada regirá la forma de ser, de vestirse, de cortarse el cabello, de atarse los cordones de los zapatos. Se afana la idea de ser libre. Dulces recuerdos importa mi mente de aquellos días, en los que andar descalzo en la calle resultaba el mayor acto de desobediencia concebible. Duro golpe es saber que aquello no era más que el acto natural de la humanidad de saciar la sed de estar en contra de la autoridad. Pero ya no soy el niño descalzo que iba poblando de travesuras las esquinas del barrio, soy -acaso- un destello tardío y triste de pasos cotidianos. Ya no existe placer en ser mayor; la prosperidad, la felicidad y la comodida se escapa (cada tanto) y se disfraza de dinero. Golpear la realidad con simulaciones de ...

Ser Madrugada

Hay detalles tan dulces y tiernos que te hacen ser madrugada. Sin querer ando pensando en tus pasos, sin querer te nombro y tu nombre adquiere peso, sin querer te estoy queriendo. Existe una mañana de domingo en nuestras manos, incógnita y furtiva. Con silencios prohibidos, con un viaje sin calendario de amantes a destiempo y besos apretados. Lejana y diáfana es tu imagen que viene a sembrar la noche con versos y poemas rotos, imagen (de por sí) ajena y siempre dispuesta a la fuga. Hace días vengo midiendo el tiempo de la espera y no se me ocurre otra medida que las madrugadas en las que te espero despierto, espiando tu memoria, besando tu imagen para que te despiertes y vengas a reclamarte en mis brazos. Por eso eres madrugada; porque no estas. Ya después aprenderás a ser el alba y a caminar despacio por mi acera de desvelos.

Los Poemas

Abarcas cada línea de recuerdos, agotas las palabras, y estoy tratando de hallar la forma de establecer un vínculo; entre tu piel de alcanfor, entre tus ojos de ensueño y estas comas y puntos. Siempre quise escribirte un poema, ponerlo en tus manos y sentir que el alma se llena de tu aroma. Pero no supe escribirte, me atrapó tu mirada, tu voz de niña, tus juegos cotidianos y tus incertidumbres. Ahora se que jamás te tendré, no pude atraparte en un verso. Tan solo te dije: "Un poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo inspira".

El Ocre

El ocre sabor a lágrimas, a despedida, a incienso de velorio. El ocre andar despacio, cansado, sin respuestas. El color del adiós, de las puertas cerradas. Esa nostalgia de espiar en fotografías la alegría perdida, de estar deshojando una rosa marchita y llena de cenizas. El ocre maletín de papeles y crucigramas sin resolver, el amanecer después de las copas y los insultos. Las promesas con fecha de caducidad y las mentiras con traje de verdad. La esquina del café con una silla demás y en las plazas se maquillan las palomas anorexicas y retrasan los relojes con desdén de desprecio, y en mi mesa los libros angustiados de memorias y encuentros ficticios. Bocanadas de humo se escapan de la habitación, siguen los dedos aprendiendo la metrica de las caricias huérfanas y en el corazón de nuevo el ocre sabor a lágrimas.

Me Encuentro Siempre

He llegado a romper la rutina de tus memorias, he sembrado semillas en otros jardines; y me encuentro siempre atrapado en uno de tus recuerdos. Me he aprendido nuevas canciones, las he cantado en otros rincones, he estado parado en otros vértigos, me he hecho una caricatura con otras manos; y me encuentro siempre recordando tus pasos. He escuchado otros ríos llevar mi alma a orillas nuevas, he visto el mundo atrapado en el vuelo de una mariposa, he tallado en otras cortezas corazones con nombres prohibidos; y me encuentro siempre mal escribíendote un poema. He abrazado otros infiernos, mis pies han caminado por otras veredas, la luna se ha quedado colgada en otros cielos; y me encuentro siempre llorándote una pena. He acercado mis dedos a otras salidas, he viajado en otras órbitas, me he sentado a esperar el café en otras tardes, he llenado mi agenda con el virus del calendario; y me encuentro siempre atrapado en uno de tus recuerdos.