Enciendo un cigarrillo y bostezo sueños antes de dormir, me pago un viaje en hojas amarillas y vuelvo con la lluvia.
Recorro los pasillos de las funerarias cantando Peces de Ciudad, abandono los encendedores en los bares, me alejo de los autobuses.
Me alquilo un cuarto de hotel y me juego el futuro a la carta mayor, desvelo las horas fumando desde otro rincón.
Tomo tus fotografías y las entierro en el jardín, dejando que las abejas se lleven tu aroma y color a sus panales de miel amarga.
Pongo tierra por medio a las noches que te nombran silencio y te gritan olvido, alimento el presente con los labiales de otras bocas.
Las mañanas las lleno de páginas nuevas y rencores viejos, a la cajita de música que olvidaste en mi escritorio se le acabo la cuerda.
No me quieras. Ni me busques, que ya no existo...
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