Llegaste como tormenta de agosto, con aires fuertes de belleza, con un cielo poblado de grises pasados.
¡Delito! Eso debe ser; llegar así y entregar en cada sonrisa una ilusión. Tener esos lunares ajenos en la frontera del deseo. Poner la desfachatez de tus palabras en mis oidos.
¿Y yo? Que solo cuento con malas paginas, con tres fracasos en la piel, con las manos temblorosas, con los sueños en espera, con tres (quizás cuatro) canciones de Sabina; débil defensa contra su mirada. ¡Dispare! ¡Ay mi madre! ¡Qué insensatez!
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