Sobre la mesa he dejado el cenicero; dos borradores de poemas y una pasión agonizante.
Una copa de vino y un libro abierto en tu página favorita; la que esta en blanco, la que nos falta escribir.
Un atrapasueños con muletas. Un beso al portador y dos manos abiertas para cuando quieras volver.
Las cuerdas de una guitarra, un crucigrama con tachones, la maqueta de un viaje que nunca llego, que siempre fue delirio de madrugada.
Un disco de Sui Generis y los pedazos de un corazón en mantenimiento.
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