¿Azul turqueza?
El color que vestías aquella tarde en el café, tarde de delirios estampados en los ojos, en la que arremetias silencios y sollozos reclamantes contra mis desprecios, ahora estamos llenos de aquella tarde.
Tenías el animo en calma, la espera te había hecho un ser ausente del cotidiano andar de gentes sin rumbo, endulzastes tu café con desdén de acto protocolario, me distes unos caramelos, yo encendí un cigarrillo, te reistes por un momento.
Nos sirvieron el postre, dejastes que el silencio se tragara las palabras. Mis ojos, ignorando tu mirada, se ocuparon del sabor del café; tu café agonizante de calor, se enfrió pronto. Te fuistes sin despedirte, solo recogistes tus silencios, tus olvidos y los últimos recuerdos compartidos.
Aquella tarde en el café de azul turqueza tenías el alma; y con el llanto desbordado por tu ser desteñistes un arroyo de recuerdos que asfixió mi voz, dejando desde aquel instante su sabor impregnado en mi olvido.
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