Había olvidado lo placentero que es estar sólo, porque aquella batalla de emociones (llamarlo relación siempre me ha parecido tan patético) había puesto el tablero en desorden.
Lo que ahora me inquieta son esas cosas triviales de los enamorados: las causas, los errores, los intentos fallidos, las promesas, la línea. Si; la línea divisoria entre lo que fue real y lo que vino a ser enteramente teatro.
¡Ah! Pero tengo ventaja en estos asuntos. No es la primera vez que juego a descifrar estás cosas triviales. Y aunque en temas de amor jamás se tiene la suficiente experiencia; quiero hacerme a la idea que algo he aprendido de este rompecabezas de sentimientos. Por ahora quiero disfrutar del espacio y todo el tiempo que lamentablemente ahora sobra.
La felicidad al fin de cuentas y de rasguños es un castillo de arena en la playa; muy complicado de hacer y tan fácil de destruir. Basta con el simple y torpe movimiento de un pie harto de esfuerzos en vano.
Comentarios
Publicar un comentario