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Mostrando las entradas de enero, 2016

Extravíos

Cuando era niño soñaba con la adultez, ningún rastro de las penurias venideras encontrasen en mi ser. Uno idealiza ser mayor con la prosperidad, la felicidad y la comodidad de días alejados de las ordenes funestas. Se piensa que nada regirá la forma de ser, de vestirse, de cortarse el cabello, de atarse los cordones de los zapatos. Se afana la idea de ser libre. Dulces recuerdos importa mi mente de aquellos días, en los que andar descalzo en la calle resultaba el mayor acto de desobediencia concebible. Duro golpe es saber que aquello no era más que el acto natural de la humanidad de saciar la sed de estar en contra de la autoridad. Pero ya no soy el niño descalzo que iba poblando de travesuras las esquinas del barrio, soy -acaso- un destello tardío y triste de pasos cotidianos. Ya no existe placer en ser mayor; la prosperidad, la felicidad y la comodida se escapa (cada tanto) y se disfraza de dinero. Golpear la realidad con simulaciones de ...

Ser Madrugada

Hay detalles tan dulces y tiernos que te hacen ser madrugada. Sin querer ando pensando en tus pasos, sin querer te nombro y tu nombre adquiere peso, sin querer te estoy queriendo. Existe una mañana de domingo en nuestras manos, incógnita y furtiva. Con silencios prohibidos, con un viaje sin calendario de amantes a destiempo y besos apretados. Lejana y diáfana es tu imagen que viene a sembrar la noche con versos y poemas rotos, imagen (de por sí) ajena y siempre dispuesta a la fuga. Hace días vengo midiendo el tiempo de la espera y no se me ocurre otra medida que las madrugadas en las que te espero despierto, espiando tu memoria, besando tu imagen para que te despiertes y vengas a reclamarte en mis brazos. Por eso eres madrugada; porque no estas. Ya después aprenderás a ser el alba y a caminar despacio por mi acera de desvelos.

Los Poemas

Abarcas cada línea de recuerdos, agotas las palabras, y estoy tratando de hallar la forma de establecer un vínculo; entre tu piel de alcanfor, entre tus ojos de ensueño y estas comas y puntos. Siempre quise escribirte un poema, ponerlo en tus manos y sentir que el alma se llena de tu aroma. Pero no supe escribirte, me atrapó tu mirada, tu voz de niña, tus juegos cotidianos y tus incertidumbres. Ahora se que jamás te tendré, no pude atraparte en un verso. Tan solo te dije: "Un poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo inspira".

El Ocre

El ocre sabor a lágrimas, a despedida, a incienso de velorio. El ocre andar despacio, cansado, sin respuestas. El color del adiós, de las puertas cerradas. Esa nostalgia de espiar en fotografías la alegría perdida, de estar deshojando una rosa marchita y llena de cenizas. El ocre maletín de papeles y crucigramas sin resolver, el amanecer después de las copas y los insultos. Las promesas con fecha de caducidad y las mentiras con traje de verdad. La esquina del café con una silla demás y en las plazas se maquillan las palomas anorexicas y retrasan los relojes con desdén de desprecio, y en mi mesa los libros angustiados de memorias y encuentros ficticios. Bocanadas de humo se escapan de la habitación, siguen los dedos aprendiendo la metrica de las caricias huérfanas y en el corazón de nuevo el ocre sabor a lágrimas.

Me Encuentro Siempre

He llegado a romper la rutina de tus memorias, he sembrado semillas en otros jardines; y me encuentro siempre atrapado en uno de tus recuerdos. Me he aprendido nuevas canciones, las he cantado en otros rincones, he estado parado en otros vértigos, me he hecho una caricatura con otras manos; y me encuentro siempre recordando tus pasos. He escuchado otros ríos llevar mi alma a orillas nuevas, he visto el mundo atrapado en el vuelo de una mariposa, he tallado en otras cortezas corazones con nombres prohibidos; y me encuentro siempre mal escribíendote un poema. He abrazado otros infiernos, mis pies han caminado por otras veredas, la luna se ha quedado colgada en otros cielos; y me encuentro siempre llorándote una pena. He acercado mis dedos a otras salidas, he viajado en otras órbitas, me he sentado a esperar el café en otras tardes, he llenado mi agenda con el virus del calendario; y me encuentro siempre atrapado en uno de tus recuerdos.