Prescindí de tus besos y tus llantos, llené de almanaques todos los estantes. Llené de silencio cada madrugada.
Prescindí de tu mirada inquieta, de tus manos a destiempo. Alquilé un cuarto de hotel a tu salud.
Prescindí de la luna y de las estaciones, de tus lunares, tu risa y tus olvidos. Busqué darte una canción muerta.
Prescindí de tus esquinas y tus vocales, fui llenando un sobre con los besos que no quisiste, ayer se los entregue a una fulana que cobra a plazos y sin garantías.
Fui dando tumbos por la acera de desaires que tu mirada sembraba en las mañanas. Hoy ya derrotado prescindí de tu recuerdo.
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