Si mañana muero y tienen el disgusto de enterrar estos huesos y estas carnes, que ya antes de ser cadaver están tan descompuestas, tengan en bien saber que no fui yo quien termino con mi vida, fue ella. Fue ella quien puso en mis labios el deseo, el pecado y aquel adiós que aún después de muerto seguirá doliendo. Fue ella quien me entrego a la muerte, con sus silencios y desaires. Ya el tiempo estará en otros calendarios y la soledad que llenará mi rostro pálido tan solo vendrá a confirmar la palidez de aquella última página donde nunca supe escribir adiós.
"Un espacio donde juegan los seres que no lastiman"